A la diestra del zurdo

poema de KOKOKAR

En tiempos actuales,
la democracia no es demócrata,
la justicia no es justa,
la ley es una trampa y la trampa es ley.
La izquierda cada vez se asemeja más a la derecha.
Más yo digo, aún hay la esperanza de decir,
depende de lo que se entienda por izquierda.

Dan ganas de ser anarquista,
es decir, ser un hombre que se resiste
a aceptar el poder material de uno sobre los demás.
Dan ganas de aceptar la autoridad moral por sobre todas las cosas,
y de rechazar la presión de unos hombres sobre otros.
Dan ganas de tener ganas espirituales, señor,
pero qué va, hay alguien oculto que nos educa para lo material,
y lo que es peor, nos condiciona.

Si tan sólo estuviéramos educados para el anarquismo,
si en nuestras mentes internalizáramos el respeto al derecho ajeno,
no haría falta de que nos mandara nadie,
pues todos obedeceríamos a esa internalización del deber ser
y de la fraternidad humana.
Daríamos las gracias hasta por tan sólo amanecer un nuevo día,
daríamos el vuelto sin esperar nada a cambio,
daríamos abrazos aunque estuviéramos amputados para hacerlo,
daríamos… tan sólo daríamos.

Dicen que ahora somos más libres que antes,
yo tengo mis dudas.
Percibo que andamos perdiendo libertades,
que andamos sitiados por la tecnología,
por el stress y no sé cuantas patologías
que muchas veces nos tienen hablando solos,
elucubrando libertades.
Andamos eligiendo ilusiones,
cuentos de hadas, realidades virtuales.
Somos más manipulables que antes.
Estamos a expensas de un click, de un twit, de un tik tok,
para seguir a la jauría humana que nos existe.
Somos hologramas para nuestros seres más cercanos,
ni qué decir para los más lejanos.
La indiferencia nos consume.
Lo que se impone dentro del mundanal ruido de cemento, nos sitia.

Entre tanto, las promesas drásticas, radicales,
aunque no se cumplan, atraen nuestra atención,
nuestra conciencia famélica de masa.
Y vamos eligiendo caudillos o supuestos abanderados caciques
que no dejan de ser elucubraciones humanas en los casos más fortuitos
o estertores salvajes, en los casos menos afortunados.

Cómo abdicar de la libertad
y dejar de ponerse en las manos del que promete ser nuestro salvador,
cómo hacerse un patriótico peinado
y dejar el patriotismo de lado,
cómo sentarse a la diestra del zurdo
y no dejar de ser anarquista,
cómo indicarle al bueno que un poco de maldad no sólo ha dejado de ser malo,
sino necesario, defensivo;
cómo evitar estar al borde de la violencia,
pese a ser un buen ciudadano y defensor de tus derechos día a día,
en cada uno de tus actos.

Pensar que así vivimos, sentir que nos vamos perdiendo.