La nana de su iris

poema de De Pando

Mirarle era pedir un deseo en silencio,
sufragar los suspiros con suspiros,
competir por quererle más alto.
Cómo si se pudiera.
Comprender que los colores
de sus ojos esbozan
la lejanía de los girasoles.

Mirarle era cómo aprender el firmamento
con los dedos y la imaginación.
Olvidarse de la anatomía,
respirar en otro idioma,
perderse a voluntad propia.

Mirarle era intuir su piel
con el olor de su respiración,
beber vino con espectáculo.
Dormir con la nana de su iris
y meditar en valles de lluvia.

Mirarle era cómo entender una verdad,
mirarle es lo más parecido
a quedarse sin palabras.