.coliseo
En este coliseo donde soy un mero espectador de la lucha interna que libro por ser el ganador,
he olvidado la idea de ser el mejor.
Si el auto-conocimiento es el fin,
el medio es lo complejo.
Es una disputa que no asegura la victoria,
porque no existe victoria sin derrota
y la derrota no existe si se trata de conocerse, el triunfo esta asegurado si se trata de entenderse.
Tampoco me gusta como huelen los restos de mi tristeza,
tampoco me acuso por llorar de pena.
He conseguido no identificarme con el llanto y disfrutar el proceso de asimilación.
Escarbar en el antecedente de una vivencia para saber más y aceptar, como el que agacha la cabeza hasta la rendición.
Ser capaz de utilizar la tristeza para escribir un lindo cuento, entender el precio del talento y no quedar en silencio.
cuando alguien te diga que tienes precio.
El precio impuesto por una sociedad cada vez más triste,
donde se invierte mas en tecnología, que en conocer el alma,
en conocer el espacio exterior,
a conocer el mar.
A cambiar un Iphone si va mal,
a pretender triunfar sin esforzar.
Y que más da, el miedo lo tengo conmigo.
¿De donde viene todo esto?
No lo recuerdo y sigo buscando.
¿Y que merece?
Atención plena por supuesto.
¿Y que gano?
Paz, amor y recuperar a un hermano.
Todo lo demás es sólo un cuerpo,
un saco de complejos,
indecisión y culpa,
una mierda proporcionalmente grande
a cómo TÚ quieras.
Es normal que me invada el silencio y piense...
El trabajo que se hace hacía fuera, como cuando aconsejas,
apoyas o descifras, es fácil.
De lo contrario, indagar y divagar
más a dentro del pensamiento, es crudo.
Asusta y enamora.
La cantidad de preguntas de momento sin respuesta,
me mantienen con vida,
de esa que se respira,
de la que se le encuentra un sentido,
desde lo más mundano como un suspiro,
a la complejidad de una lágrima.
Una gota de lluvia que se desliza por un rostro triste,
la caricia envidiosa de rozar una piel,
una carcajada robada por un mal chiste,
y las mismas palabras sumergidas en hiel.
El dualismo de la conciencia, que juegan a destacar,
a tener el protagonismo del pensamiento y mal influenciar,
esas mismas que te pueden hacer amar y a la vez odiar o tal vez desear.
Esas que invito a hacer las paces,
las voy a oír cuando rechisten,
las abrazo aunque duelan,
las escucho hasta que mueran.
Comparo mi miedo a una flecha desbocada, llegada de los mas lejos, desconcertada, asestada en el pecho, me crea dolor interno.
Mi camino es el de la verdad,
la verdad de mis actos,
la pureza del llanto,
la grandeza de los besos,
la rabia encerrada dese hace tanto.
No lo veo como una meta, mas bien como un proceso y el cambio llegara sin avisar, sera un cambio repentino, un desvío, un giramiento,
un parpadeo, un suspiro con algo de sentido.
Javier Pineda,