A Tí

poema de Octaviano

Habría deseado ser Marco Antonio.
Lo habría deseado,
Incluso meses antes de su muerte.

Habría deseado ser Espartaco.
Y amarte,
Desde lo alto de mi cruz,
Como a Varinia.

Habría deseado ser Petronio.
Y agonizante;
Acurrucado junto a tí.
Como un tierno animal
En tu regazo,

Irme
Siendo tuyo, mi Eunice...

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El verbo...

Tus labios...

¿Cúal de ellos
Es el mejor recipiente
Para un alma?.

El verbo es inmortal.

Puede ser hermoso;
Celebrado;
Imitado;
Poderoso.

Tus labios,
Sin embargo, son humildes.

Pasajeros;
Ajenos;
Y también vulgares...

Y no puedo tomar elección.
Yo no tengo un alma
Que posar allí.

Allí,
Queda un beso compartido
Por ambos.
Y todo aquello
Que pudiera verter un alma
En el sentido.

Como las lágrimas,
Que penden de los heridos ojos.

Como la honda risa
Del suspiro que se entraña.

Como aquella melancolía,
Que al oído acude
En el silencio solitario.

Como el amargo sabor
De la enraizada pena en la memoria.

Como el tacto
De un ardiente amor,
Que hacia el pecho se estrecha...

Y si mi nombre pervive;
Y por eones,
Fuese eterno en la voz
De millones de alientos
Que lo nombran,

Yo, aún, seguiré ahí...
Estando ahí,
En esa humilde boca.