La Blanca Cuna
Estaba borracho. Bajo la clara Luna;
Un hermoso miércoles de madrugrada.
El cielo era océano en níveas espumas,
Dormidas en olas celestes calmadas.
El monte un arpegio; mudo en letanías,
De armoniosas notas, que brotaban hadas;
Y en la verde hoguera, el Sol se escondía,
Tras la tierra desnuda y febril que danzaba.
En huecas botellas, hablaba y la oía,
Cuando justo bebía para acallarla;
Y llenas estaban de tanta tristeza,
Que por mis ojos tuve que derramarlas.
Allí. Callado. Bajo la blanda noche,
Caminé hacia las puertas de un camposanto,
O aquello debió de parecerme a mí:
Oír la dulce voz, del postrero canto.
Y el dolor no cesaba en amargos llantos;
Y nada a la hambruna del alma saciaba;
Y un mundo tan ancho, de poco era tanto,
Que su boca; la mía, besó agotada.
Estaba borracho. Bajo la clara Luna.
Tan hermosa fue, aquella vida dejada;
Tan negra el vacío, cubría mi cuna,
Que volví por la puerta por donde entraba.
Comentarios & Opiniones
Caballero, vuestras letras son exquisitas. Guardo tan selecto trabajo en mi baúl.
Reciba mis cordiales saludos y mi reconocimiento a vuestro arte.
Estrellas todas.