A JUAN MOLINA ARRIAGADA

Te fuiste una tarde de febrero,
cuando aun el sol no se apagaba,
con la serena virtud de los que sueñan
en hacer algo bueno cada día.

Eras sencillo en tu quehacer,
afable en la palabra,
humilde en la grandeza,
humano en la desgracia.

Yo se que te dolía la pobreza
de los ajenos que no tienen nada
y se que contigo se esfumaron
tus afanes de esperanza y de justicia
.

Por eso no extrañaron
en la marcha hacia tu ultima morada,
la gente agolpadas en las calles.
los pétalos de rosas y una sincera lagrima.

Ahora que no estas entre nosotros,
se aquilata la grandeza de tu alma
y solo basta en oración sublime
darte las gracias amigo Juan por tu enseñanza.