66 kilos

Permanezco en el tiempo, salto de un instante a otro, y los espacios, tal cuál existe entre electrones, me apartan de mi núcleo, me hacen atemporal y me siento tan vacío. No me abismo a competir por un consuelo, más seguiré arrastrando los grilletes que pesan en este cuerpo de 66 kilos donde vinieron a posar. Redactaré la última profecía de mi siguiente instante, machacaré con letras una pena a la vez, hasta ser tan liviano como mi centro, olvidaré que ahora balanceo el peso de la tierra en la punta de mi nariz, o recordaré que es un impacto al suelo. Mis 66 kilos pesarán un universo y yo seré, antes de ser un siguiente instante, tan liviano como un electrón.