La casa vacía

Y un día,
todo se volvió quietud.
La risa se apagó en los pasillos,
y la luz de su voz
ya no volvió a encender la casa.

El frío no venía del invierno,
sino del lugar exacto
donde solía estar su abrazo.

Las fotos no hablan,
los recuerdos no abrigan,
y los juguetes guardan
un silencio que duele.

Desde entonces,
camino con la infancia a cuestas,
como quien lleva
una casa vacía
dentro del pecho.