Eros secuestrado.
poema de Gabriel Corona
Ya solo queda el musgo de este lago
y la amarga insistencia del anzuelo.
La costumbre de espinas que me trago,
la ilusión del anclaje sin un suelo.
Ciego estoy en la cueva del rezago,
buscando ardor tropiezo con el hielo.
Llega al hueso la llaga en la que indago
y aún no encuentro el motivo de mi anhelo.
Pero seguimos matando palomas
buscando un gramo de paz en su sangre,
algún indicio de rosa en la espina.
Qué importa que Eros el dios se desangre,
su ocaso es sostén del mar de rutina,
sus lágrimas hiel que en copas te tomas.
Comentarios & Opiniones
Precioso soneto Gabriel, un gran placer la lectura, saludos cordiales, buenos días poeta.
Muchísimas gracias Xio, es un verdadero placer que te gusten estos garabatos. Un saludo enorme.
Garabatos??? Nooo, linda pluma, todo un placer, feliz tarde