Un cúmulo de escombros

-I-
Rotas las vías de la superficie cristales;
un crujir depredador de techados
y un sentimiento que devora.

Las verjas permanecen encorvadas,
espacios ahogados se estremecen cíclicos
y cimientos habitan atrapados en el tiempo eterno.

La ausencia hunde su filosa daga;
un mutismo se oxida apagando las miradas
ante el espacio estéril.

-II-
Caminos de espinas cerrados
arrastran jirones en columnas,
donde la sangre marrón tendida brota.

Yerma fracción que devuelve fluida
a los niños durmientes de sueño de eternidad.

Nuestras heridas son una porción de bermellón congestionadas…

-III-
A la distancia plasmada,
caminantes se reúnen exhalando incienso,
sanando las arterias tensas.

Habitado el grito de sustancia,
ahoga a quien yace traspasado llorando entre despojos.

Y las respuesta son implantes cenizas
cubriendo los rostros y el resto de la piel.

-IV-
A los costados, el mortal desaparece,
y la madre traspasada se encorva en dolor.

Océanos de lágrimas caen sobre el sur,
en el estrado de una marcha de pasos en vela;
cual procesión de un batallón de hijos, que partieron, sin una despedida.

El dolor es un túnel montado dentro de otro,
por debajo de un cúmulo de escombros…

Mi patria son gargantas secas,
que resisten al insomnio del silencio
sobre un telón de piedras…

-V-
La boca de la tumba siembra muerte;
y el clamor cuelga montando sus recuerdos
en la fatiga nocturna que ladra visiones.

Entre tanto,
las hojas de otoño se desprenden de una rama,
a la espera inquietante entre mis invocaciones...
¡Orquestando vuestro Augusto nombre, en la incrustación de la vida!.

-Dedicado a las víctimas del sismo CDMX, septiembre 19, 2017-

Octubre 2, 2017
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