Atril de praderas y cárcavas

Un horno de barro
céntrico proceder lento;
atril de praderas y cárcavas.

Consonantes edificando
una tela estampada en la borrascosa cumbre,
de la medida humana.

Novas brillantes
adentrándose, tan sólo de noche,
en sus infinitas permutaciones;
fermentada la sangre y sus temores.

Calera de intimidaciones;
grabada la pasión oculta que corresponda,
al mosaico final sobre la fina arena.

Imán de vórtices atentos
abstraído el yo, dentro de otro tú…
¡Cuál si fuere una paranoia transformada.!

Vastos nudos dentro del aura,
equilibrando las manifestaciones
acordes de voces.

Una elusión en tanto se va reconstruyendo
el roce de la utopía,
las puntas de las flechas neutras
ofrendadas, aisladas de visión…

¡Cuán inanimadas debiesen ser las reminiscencias de la frialdad!
que abarcasen inconmensurables
tragedias del polvo sólido,
sin que seamos consciente de ello.

Manipulación que contempla
el invertido orden lógico;
y la loanza de las líneas en los espíritus cautivos,
que excitados componen alusiones en el alma.

Dispuesta está la colina tranquila
clima inocuo, de mi tardía desnudez,
entre las grietas del abismo.

Y la sabiduría es la constante consulta
de un horizonte más lejano;
en tanto el amor yace en un cristal transparente bajo el hielo.

En cada ensamblada estación,
un sólo milagro…

La construcción formas
que dan al pensamiento una manifestación,
de quién transciende propicio
en cada nuevo comienzo.

Dentro del sentimiento estético de la palabra semántica,
y la prosa presa que simula
en lo divino de su exhausto llanto
…una libertad jardín del templo.
ϴ

Marzo 14, 2017
© 2017 Gabriela Ponce de León, La Dama Azul. Todos los derechos reservados.