Plumas Prestadas

poema de Gudiño

He escrito las mejores notas musicales para dibujarle el alma, en la partitura descansa una cadencia a bolero y creo que rayé el cielo con una luna gris; en la tonada las plumas se corren por sus mejillas, los acordes de la guitarra desnudan mis dedos cuantas veces sus caderas descansen entre mis brazos, cuantas veces quiera la tinta del tintero esparcir su agua y manchar de negro su piel blanca eriza y convertir este mar de amor en un café con leche que me levante por las mañanas, cuantas veces le dé la gana de traerse consigo mi corazón lleno de esa melodía que tienen las hojas amarillas de la tarde al caer en el reposar de mí habitación; mi habitación, esta cueva que parece un templo cuando no está y que al encontrarnos se profanan las almohadas al mirarnos los gemidos, los suspiros y la carne trémula esparcida y moribunda sobre la alfombra que le he tejido a estas ansias de calor por ella, no va a bastar con las marcas de dientes que han desgarrado mi voluntad por robarle un beso a escondidas y componer con la viola y violín el sutil tono a soledad para terminar este concierto que parece una rayuela en la estrella vecina de esa luna gris que me persigue mientras la arena del reloj se deja reposar y cae sobre sí misma para volver a empezar, como si mi sexto sentido me dijera –remoja las alas en un lugar seguro- pero no encuentro ninguna ráfaga de viento que ilumine el arpegio, y me eleve; me invento unas flautas para despedirte y terminar con todo esto pero… no compongo, no compongo por falta de cantos fluviales. En mi ventana solo veo los riscos contados y los árboles secos del tiempo, creo que, si de nuevo, se va la aurora, nunca borrada de mis ojos, el ángel que aquel día cayó a mi lado, al voltearme, me sostendrá el papel y el tintero y las cuerdas de mi sordo piano sus ojos no volverían a mirar; gritando le dije ven, y ella no acercó la finura de su silueta, mancha de escarcha. Mientras menos este en esta tonada más difícil se me hace escribir una nota negra y otra blanca; es de noche y el desvelo me lleva a imaginarla entre el vino tinto que sabe a tabaco, entre tanto su voz me canta al oído prefiriendo el amor abundante, hasta que el reloj cae sobre mis ardidos ojos, y la inmaculada moralidad me delata para decirle sus verdades -¿Por qué, entonces, si escogiste el velo, sigo siendo yo el amante?- La luz pasa como un rayo al cielo cuando amanece, pero prefiero no verla. Cuando esta partitura se escriba sobre ella y su estrella, que a la luna vecina amenaza con salir a pasear a solas conmigo sin olvidos, con los boleros de las luciérnagas en el pasto, con los faroles de esta ciudad deteriorada y derretida por los humos de las guerras, la luna, que aposenta los gemidos de un ser olvidado, descarnado de rosas y pétalos secos y los cariños y los besos y los olvidos de nuevo, será un teñir de sabanas rotas por el color de las abejas, del papel y de la cadenza del madrugonazo cautivante de mí conciencia.

Comentarios & Opiniones

María del Rocío

Valió la pena leer tan sentida y mas que agradable obra! Es un excelente escritor! Mas que un deleite!

Critica: 
Joelfortunato

Respeto, saludos y amistad le envío: Agradable escrito, amplio, interesante, descriptivo, especialmente sensato y lúcido, de nobles ideas y sentimientos. Un gusto leerlo.
¡Feliz Navidad y Año Nuevo!.

Critica: