La Pinta

poema de Antonio Liz

Mi más sentido pésame al barco de la mar, estructura arqueológica del ayer, protagonista irremplazable de lo que fue. La rémora de las olas hablan de sus piernas, carabela que prosigue a las supuestas desoladas tierras. 

Fundación de rayas blancas y negras, habitan al ritmo pasivo de la marea. Túnicas y cinturones gruesos de cuero, invierten en el paisaje de los caballeros del templo. Mientras el cielo nunca interrumpe su legado, la Aquila de San Juan tambalea en la tela de aquel material bordado. 

El aire fresco identifica la historia táctica, sal, rocas mojadas y población marina en profundidad no definida. Un camarote representa ideas parlantes, enriqueciendo un mapa de un propietario navegante. 

Ampolletas y agujas de la mar, te invitan hoy día a revivir aquella travesía, donde la pluma y la tinta representan la sangre de lo que ahora es cenizas. Hoy le puedes llamar tu patria, también aquello con título de propiedad, pero solo una vez en aquel día, ¡Tierra!, ¡Tierra! y ¡Tierra!.