La Musica

poema de Antonio Liz

Soy testigo de como su nota reemplaza el aire que respiro, llenando en mí una magia definida a mi favor. El mar evoluciona su ritmo, y las olas inician las manos apacibles del conductor. Me siento el artista, el compositor y asta el significado de  la canción, y es cuando determino que el ritmo inclina a mi  favor. La sentencia de lágrimas y paz  invaden mi memoria, donde escogen un canal de mi vida haciéndole compañía. Con fieldad  se dedica a elaborar en mí lo que quiero, sentir y escuchar lo adorable y ajeno. Nunca discrimina mis sentimientos, ya que encuentra lo adecuado para mi dolor y pasión. Me entiende más que mis palabras, porque solo basta un soplo  de su sinfonía para conquistar mi vacío. La condición de toda su magia, se identifica como la velocidad de la luz, haciendo su presencia sin millas y menos décadas que atravesar. Involucra el alma como su propiedad, enriqueciendo el corazón con pura dulzura y amor. El telón me lo entrega con firme potestad, mientras que sus letras me cuentan lo que quiero escuchar.   La obsesión de su necesidad para mí es tan necesaria, que con cada interpretación  entiendo una y otra razón de buscarla.