Hijo

poema de Antonio Liz

Para que sepas que yo soy el color de tu sangre.  El latido conveniente que te llevo a amar y crear. Me afirmo como tu espejo, y el reflejo del río cuando te asomas. Me convence la preferencia de ser más o menos que tú, pero nunca pretendo ser diferente al cordón umbilical que no pudiste tejer. Mientras la sal me hace sentirme como yo, el azúcar me recuerda el porque soy parte de ti, ya que el agua nos une nuevamente sin tener que insistir. Sin poderte decirte que te amo, me ingnoras como si entendiera que no soy de tu agrado. Mientras escucho el murmullo de llegar en el tiempo equivocado, mis bracitos se extienden para un amoroso abrazo. Con tanto amor y devoción de amarte he llegado a ti, pero todavía no reconozco porque no aceptas lo que traigo para ti. Puedes negarme y despreciarme,  pero mis facciones se encargarán de por siempre recordarte.