El Testimonio de Arúd

poema de Antonio Liz

Una luz brillante empaña todo lo que está a mi alcance, tan fuerte como el sol radiante, que en ciega con su blanco alumbrante. Al apagarse la luz, me encuentro frente a una casa de madera, cayéndose de un lado, con ventanas rotas y una puerta medio abierta. Al entrar a la casa, me encuentro con una mujer de 30 años, pálida y triste, sentada en una mecedora con un periódico en la sección de trabajo.

Su rostro demuestra un dolor viviente, destacando que sufre día a día por sobrevivir. En una pequeña mesa, puedo mirar facturas de cobros, amenazas de quitarle todo, llevándola a una situación de desalojo. Su mirada catatónica se dirige a un cuadro de la Virgen de la Altagracia, que con sonrisa placentera le dedica en silencio unas palabras pasivas. En ese momento, detrás de mí, siento una presencia que no puedo ignorar, y es la Virgen de La Altagracia, que hace su presencia en este humilde hogar. Con su manto azul, se para frente a mí, como exigiendo respuesta sin desistir.

Virgen de la Altagracia

"Cada batalla a mi honor enriquece al valiente, mi fuerte es tan convincente, que todo admirable no podrá vencerte. La valentía nombra tres objetivos en toda familia, La batalla al sacrificio, lo injusto y mal merecido. Estas cuatro paredes, que manifiestan un imperio bíblico y sagrado, jamás caerán en divulgaciones que genera lo impuro y anti santificado. Debilitarás y caerás en el olvido a toda intensidad, Atrévete!!, Atrévete!!, y tu justificación jamás tendrá el mínimo derecho de perdón. ¿Cuántos castillos caerán por la arrogancia?, ¿Cuántos ejércitos tendré que derrotar para que vivas en paz?. Nunca te acostumbres a planear la destrucción del siervo, porque antes de abrir tu plano, olerás cenizas."

Mientras que el reflejo de la Virgen tocando la cabeza de la mujer se pierde en la intensidad de la luz, me encuentro nuevamente presenciando el poder de su encanto. La fuerte luz ciega mi vista nuevamente, y al desvanecerse me encuentro en un orfanato abandonado, las letras desgastadas me indican que nadie se ha preocupado, que el abandono atrae todo lo descuidado. Al entrar al orfanato, sillas y mesa no puedo encontrar, solo un armario de madera que se encuentra en el mismo medio de tan espacioso lugar. Escucho unos murmullos, y es cuando detrás del armario, tres niños de poca edad corren hacia mí, abrazándome como buscando un toque de ternura para compartir. Dos niños y una niña, con mirada de temor, y sonrisas disfrazadas de dudas. Al subir mi mirada, encuentro frente de mí a la misericordiosa, con su manto blanco y mirada de ternura, empieza a explicarme lo que quiero saber.

Virgen de Las Mercedes

"Así como te abrazan, así como te miran, es la misma buena intención que alagan para sus vidas. Ciegos de asesinos y violadores, así creen que todo calor y amor vive en todo ser. No discriminan género, ya que para ellos hombre o mujer le darían el hogar y la comida de mucho anhelo. Víctimas de abandono y maltratos, sin sabiduría, y sin poder distinguir aquella alma perdida. Entienden que ya no los quieren, y es suficiente para tener sed de agonía por un mínimo gesto de cariño y alegría. Me quedo con ellos hoy día, ya que esta pequeña niña, con sus manitas, interpreto el ave Maria. Angelitos de mi vida, mi escudo santificado les brindará la salvación el resto de sus vidas."

Al terminar, los niños corren hacia la Virgen, ella los abraza cariñosamente, y al darme su espalda, la luz hace su presencia. Mi vista vuelve a captar la imagen blanqueada, obligando a mis ojos a visualizar la nada. Al desaparecer la luz que me culmina, me encuentro presente en una mansión adornada de lujos, estatuas prestigiosas, indicándome una fortuna sin igual. Solo un cuarto tiene su ventana abierta, con una cortina blanca bailando al ritmo del aire refrescante. Al entrar a la mansión, comienzo a subir a la segunda planta que me llama la atención, oro y diamantes decoran las paredes, mientras que las perlas abundan en el techo. Al llegar a la habitación, encuentro a un anciano en su cama que me exige mi presencia con toda pasión. Escucho la puerta de la habitación que cierra suavemente, y es cuando me doy cuenta, de que con su manto rojo hace su presencia la virgen sagrada.

Virgen de Chiquinquira

"Que legado te han dejado, millonario desde pequeño, sin tener que trabajar por un centavo. Tanta riqueza y hoy postrado en tu cama sin fortuna que puedas llevar. Veo que tus ojos inspiran sanidad, aunque ya sabes que hoy es el día, y aquella hora que nunca querías llegar. No esperes a nadie y te sentirás mejor, me tienes ami para todo consuelo y alivio de dolor. Tu mirada me habla de compasión, y tu pecho respira más agitado para mi perdón. Me agradas tanto, y sabes que soy yo la sinfonía de una partida alentadora. Me has buscado, y con eso ya he pedido demasiado, no te desesperes y aceptas que estoy a tu lado, mírame firmemente y te irás acompañado. No busques luz que alumbre tu cuerpo, y menos mires hacia la ventana para buscar el cielo. Duerme tranquilo como lo has hecho todo tu vida, y te darás cuenta de que es tan natural, como empezar un nuevo día. "

Con su mirada entregada a mí, la virgen abre la puerta, indicándome el final de mi visita. Al salir cierra la puerta suavemente, con su mirada directa a mis ojos, como refiriéndose a un hasta luego. Al salir, el miedo y terror me hace la visita, solo oscuridad rodea mi visión, escucho sonidos de animales devorándose uno al otro, mientras que mis pies caminan encima de un lugar montañoso. La luna hace su presencia, y es cuando identifico que estoy en medio de un bosque. Comienzo a seguir la luna, y los sonidos de ayuda rodean la oscuridad, como exigiendo una antorcha para alumbrar. La luna se apaga, y mi miedo hace que caiga de rodillas con dolorosas lágrimas. De repente una mano con intención de que me levante se estira en mi presencia, al tomar la mano me levanto y me encuentro cara a cara con una bella grandeza. Con su manto verde oscuro, y su mirada de puro amor, ella me recupera de todo terror.

Virgen de Guadalupe

"Si miras al cielo encontrarás el camino, tan claro como el sol brillante, entenderás que la oscuridad no existe en tu camino. No existe el porqué estar perdido, y menos el porqué buscar una señal, me presento enfrente de ti, si no sabes a donde vas. Has caminado tanto que tus pies exigen descanso, aférrate a mí y no solo descansarás, también encontrarás lo que has buscado. Sanaré tus pies mil veces, curaré diez y más heridas con poco reposo. La sangre de tus heridas serán marcas del olvido, no pretendo que pases frío, y menos que corras peligro, anda y
ve sin preocuparte quien arremeterá en tu contra. Mi voz frecuenta el valle perdido, y mi manto expulsará lo que no es bienvenido. Solo mi grandeza te acompañará, fuerza y sacrificio solo te pido, porque tu bienestar es mi prioridad."

La Virgen me apunta hacia una luz brillante que me acompañaba. Al caminar hacia claridad radiante, noto la imagen adorable de una biblia encima de un púlpito impresionante. Al acercarme a tocar la biblia, una voz profunda interrumpe mi misión.

"Es mi propio testimonio Arúd, pero la fe es únicamente una. Invierte más en tu fe, que en las hojas.