Tras el horizonte.

No he podido aguantarme más. Mis ganas de escribir y de estar entre vosotros, me han impulsado a tomar esta decisión que para mí significa mucho. Gracias por vuestras manifestaciones de cariño y por vuestra enorme y sincera amistad, que guardo como un tesoro en lo más profundo de mi corazón.

-Tras el horizonte-

Mirando el mar, en estas horas
tan tranquilas y profundas de
la noche, cuando el hombre duerme
abrazado a su egoísmo, bajo
el palio de las sombras que le
envuelven… y mi alma, se sube
al fénix de los sueños para
volar más alto de donde el sol
se esconde por el horizonte…
y la brisa de Levante es un
paipay que abanica las hojas
de la acacia y del naranjo y
los surcos tan profundos de mi
cara y de mi frente… y los tilos
esparcen su perfume como
turíbulos encendidos por
las llamas de la primavera,
que surge como una azanca de
vida, desde las entrañas de
la tierra…

En estas horas tan profundas
de la noche –desde una playa
de mi amada Andalucía-,
donde su arena es un mantel
bordado en oro y plata, y la
espuma de sus olas, blondas
de sal y nácar… levanto mi
vista, pensando que quizás
estés allí, al otro lado
del horizonte de este mar
Mediterráneo, que se extiende,
como una clámide de luz,
como un remanso de agua clara,
como un jardín de azuletes y
corales frente a mí…
mirando el cielo preñado de
soles y luceros, que arden como
mariposas de algodón entre
los brazos de su camino, entre
los espacios absolutos de
su lejano confín…
mirando la misma estrella que
miro yo: la que brilla como
ninguna en esta noche tan
clara y bella, la que crepita
sobre su tálamo dorado,
la que deslumbra con sus rayos
hasta el amanecer…

oyendo el
batir de otras olas,
el susurro de otras auras,
tocando la arena y el agua
de otra playa, la espuma de otro
mar…, imaginando paraísos
y edenes imposibles…,
esculpiendo besos y caricias…,
sintiendo cosquillas en el
alma, rugidos en el pecho y
pellizcos en el corazón.

Desde esta playa de mi amada
Andalucía, te imagino
mirando el mismo cielo…,
la misma estrella que reluce
en esta noche tan tranquila
y bella:
¡El mismo camino blanco
que miro yo!

Autor: Francisco López delgado.
Todos los derechos reservados.