Tú, el silencio.

A veces pienso en ti,
subiendo por los cerros,
con tu cabello rubio escaso,
con la soledad a tu espalda, siguiéndote el paso.

¿Pensarás en mi de vez en cuando?
En la niña que dejaste hace tanto,
con la excusa de tener la razón,
mientras bordeabas la locura y te dañaste el corazón.

Porque yo sé que te hago falta,
que te falta fortaleza para volver por mi,
pero sigo aquí,
sin rencor y con esperanza,
la que me dice que volverás por tu hija,
porque nunca te oí cantar
y tu silencio,
al otro lado de la ciudad,
me cansa, me mata.
Pero sé que te mata más a ti.

Yo acepto el amor, yo voy contra la marea.
Tú ves una ola y corres, no disfrutas de la arena,
del agua y mucho menos del sol.
Corres, corres,
y al hacerlo me haces creer que todos correrán.
Después de todo, ¿Por qué se quedarían con alguien tan difícil de amar?