La última noche que no llegaste

Esta fue la última noche que no viniste.
La última lágrima escondida tras una sonrisa condescendiente.
Derramada por mi primer amor, que conoció mi peor versión.
Y ahora solo me deja dolor.

Vete ya, que te enterré entre risas nerviosas,
entre miradas cabizbajas e ideas perversas.
Tú, la perdición que me llamaba desde las tinieblas,
la razón por la que todavía mi corazón tiembla.

Fingías ser el cielo, pero no eras más que tormenta.
Y así como llegaste, cual brisa de verano,
te vas en medio de un suspiro,
sin que alcance a darme cuenta.

Tu recuerdo es pisado por más dolor,
el cual recibo con mi espíritu blindado,
pues el cliché dice que me hiciste a prueba de todo,
que las cicatrices no fueron en vano.

Mi cielo, ya no te amo, quizá nunca te amé
y la duda, eterna compañera,
me susurra que te solté a mi ritmo.
Lento, a destiempo, pero definitivo.
Me grita que nunca volveremos a ser amigos
y que quizá nunca lo fuimos.