Al menos al final lo supe

poema de Dreamer girl

En el fondo de mi alma sentí que algo se aproximaba, yo sabía que había que apostar por el todo o nada. Así que me armé de valor y armé mis maletas. Dejé atrás lo que tanto me atormentaba y le di la espalda a la soledad que me inundaba en esa ciudad fría y marchita de amor, mientras llamaba por teléfono a mi hogar:
"Cantaré todo el verano, pongan mi nombre en todos los conciertos venideros". Dije mientras una sonrisa emergía de mi rostro ensombrecido.
Lloré todo el camino a casa, pues mi corazón se partió en dos y dejé en esa ciudad la mitad, enterrada entre humillaciones, dolor e incertidumbre.
Llegué a casa y dormí por todas las noches en vela que pasé en ese hospital repleto de infidelidad y, por sobre todo, de realidad. Aquella realidad que me golpeó de repente mientras asomaba la cabeza fuera de mi burbuja color rosa.
Y sí, es verdad, como si supiera que se venía el final, me reí como una niña que no conoció nunca la tristeza. Ahí, tirada en su alfombra tras lanzar al piso mi vaso de alcohol, sin poder parar de reír, por el absurdo, por lo absurda que era. Por estar ahí con uno de mis errores favoritos mientras con sus manos le hacía cosquillas a mi vanidad.
Fue la calma luego de la tormenta y quizás yo le di paz también o eso me gusta creer.
El escape secreto a media noche, la salida al bar que nunca fue verdad. Mi sonrisa coqueta escondida tras la mentira perfecta que le daba a mi madre.
Canté y canté, pero ni el Ave María me detuvo en esta aventura, pues me afirmé de mi pasado musical, pero tenía la vista clavada en el futuro.
Me aventuré con el brillo que era tendencia ese verano y salí con un muchacho que era brillante por fuera, pero opaco por dentro. Me intimidó su presencia, pero me cautivó con sus labios, los que bajo la música atronadora me gritaban que yo le encantaba. Dios, qué placer más desconocido, el sentirme la chica entretenida que siempre quise ser. Ahí sentada con una de esas citas que sabes que no van a durar, pero con quien el tiempo deja de parecer importante.
Ahí, días más tarde, en una plaza cual quinceañera, preguntándome por qué me había negado el placer de sentirme deseada por tanto tiempo.
"Me encantas, ¿lo sabes, cierto?" Decía él mientras yo movía la cabeza con escepticismo. Sabía que no era cierto, pero me gustaba creer que era verdad cuando me miraba detenidamente a los ojos. Cuando yo quería correr, por la intensidad que irradiaban sus manos.
Consideré la idea de escaparme a la playa con un extraño, aquel que quizás era perfecto para mí, pero que despedí demasiado pronto. Ya no había tiempo para perder en amores imposibles.

Antes del final aprendí que la vida no debe ser gris, que la vida puede ser brillante si te propones brillar tu misma.

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Dreamer girl

Muchas gracias por siempre leer Romero!

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