Oscuridad en el closet

Oscuridad en el closet
I
Se sintió extraño, un poco diferente; en la oscuridad se encerró.
Quiso descubrir lo que le pasaba. Se preguntó: ¿fallé yo, Señor?
Fueron días, meses, años y el interrogante no tenía contestación.
El llanto bañó sus ojos y la tristeza oscureció a su joven corazón.
II
Él era un chico nervioso a quien la alegría no siempre acompañó.
Ocultaba su genuino comportamiento para no causar alteración.
La naturaleza le dio un cuerpo y el alma otra distinta condición.
Debate intenso que corroía lo más recóndito de su difícil interior.
III
Se sintió aquello que el destino por antojo quizás no le concedió.
Mujer se descubrió y su cuerpo masculino fue lo que manifestó.
Ahora, ¿qué hacía con la disyuntiva que de oscuridad lo cubrió?
¿Podía acaso salir gritando que por otro hombre sentía atracción?
IV
No. Guardo silencio porque en la sociedad no tendría aceptación.
¿Qué dirían sus familiares? No, no soportarían tanta humillación.
¿Y sus amigos y compañeros de escuela? Repugnante aberración.
¿Dónde quedaba él?, ¿acaso no tenía importancia y significación?
V
Sí. Pero, mejor es así, el mundo no entendería en él tal confusión.
Llevaba una condena no sabía si impuesta por el mismísimo Dios.
El tiempo siguió pasando y se ocultó en ese misterioso y vil dolor.
Cruel es sentirse distinto a lo que su cuerpo físico solo le expresó.
VI
Callar a veces es malo porque termina con los sueños de la ilusión.
El chico disgustado con la vida en la depresión homicida se sumió.
No dijo a nadie, excepto al closet que en sus oscuridades lo acogió.
Pecado no cometió, llevaba la penitencia cual pecador sin salvación.
VII
El cielo con estrellas que soñaba a sus pies cansados se desplomó.
La alegría y sonrisas de su tierno rostro sin palabras le dijo: ¡adiós!
El fulgor del sol en ese sombrío y ruin closet nunca se le apareció.
Se hundió en los mares que de sus ojos el sentimiento desprendió.
VIII
Morir suplicaba en cada inhalación y exhalación de su respiración.
Decía: ¿para qué vivir?, ¿por qué sufrir?, si no existe la compasión.
¿Acaso no nací así?, ¿elegí para mi vida semejante condenación?
No, no había elegido ninguna de tales cosas, pero, tomó su decisión.
IX
Desenterró su alma de aquel cuerpo con que no tenía identificación.
La tenebrosidad del closet fue la única que su lamentación escuchó.
De aquella familia un muchacho abatido y desesperado despareció.
No aguantó el peso de su espalda que la misma vida llevar le obligó.
X
Tal fue la contrariada vida de aquel niño que en tinieblas así vivió.
Soportó en su existencia el martirio y feroz humana desesperación.
El mundo de él poco o nada sabía, solo hasta el día en que murió.
Respetable decisión de quien entre los muertos su cuerpo extendió.