A la espera de un café

A la espera de un café

I

La conocí en los lugares más improbables,

en aquellos donde el amor casi nunca nace,

y donde los odios crecen por miles de millares:

les hablo de los complicados estrados judiciales.

II

Era yo de un juzgado de circuito, el judicante.

Ser abogado me resultaba bueno y apasionante.

Intentar resolver a todos sus muchas dificultades.

Hermoso oficio que requiere de altas y finas calidades.

III

La primera vez no me pareció interesante,

el tiempo descubrió cosas que no veía antes:

sencilla, amable y dueña de un atractivo talante,

y como si fuera poco tiene caderas despampanantes.

IV

Hablaba con ella en términos profesionales,

no había espacio para incursiones personales,

su trabajo y el mío se imponían como importantes;

empero, una que otra mirada nos cruzaba en la calle.

V

En una de esas muy pocas oportunidades

si no las aprovechas se te secan los manantiales;

le dije y me dijo palabras mucho más que amables:

dijo que disfrutaba de momentos íntimos y agradables.

VI

Ese era mi gran momento para ser galante,

así que, quedamos en tomar un café una tarde.

Esa plática dejó en mí alma una huella imborrable:

las locas ganas de volverla a ver en términos amigables.

VII

El tiempo pasó y trajo sus propios finales:

de la conversa y el ansiado café no había señales;

el trabajo y las ocupaciones tienen sus raros ramales,

al parecer no querían que nuestros deseos se encontrasen.

VIII

Tenía que graduarme y dejar de ser pasante,

así que, me fui un tiempo, no olvidé su semblante.

Quedó ella un largo tiempo fuera de mi vista y alcance.

Yo volví a la universidad que me hizo un abogado litigante.

IX

Lo que pasó en ese período solo ella lo sabe.

Estoy listo si todavía conmigo quiere encausarse,

para retomar las intenciones que dejamos en el aire:

una conversa y un café que nuestras almas alimentasen.

X

Parece mentira y creo que es imperdonable,

no hubo espacio para el café de aquella tarde;

quedaron solo pretensiones de una charla excitante,

y dos abogados que el tiempo y sus trabajos los invaden.

Comentarios & Opiniones

Sigdio Dacosta

Que buen Poema mi estimado litigante...
Así son las cosas del Amor.
No te preocupes, cuando menos lo esperes
el café se lo tomaran bien caliente...
Saludos de Amistad.

Critica: 
Diego Américo

Gracias Sigdio Dacosta por sus palabras, es usted muy amable...

Critica: