Para ti.

poema de Atlayxes

Y ahí vienes otra vez..., a complicarme la existencia y mi día entero.
Ya se volvió costumbre tuya el venir a molestarme,
el venir a darme luz por un momento y arrebatarmela al otro instante,
dejandome en plena oscuridad, negro vacío,
sin que parezca importarte nada más que tú, y tu supuesto lugar,
que tanto te esmeras en luchar para poder, según tú,
conservar.
Me gustaría poder ser capaz de decirte que ya estoy harta,
Tener la convicción de decir ya basta, de quererme un poquito más,
De reservar el amor para mí misma por unos instantes,
De no buscar tu bienestar, de ver por mí antes que por los demás,
Desearía ser tan fuerte como tú y por primera vez en dos años,
tener los huevos para bloquearte de todos lados, y en contra de mi voluntad,
no buscarte, ni aceptar tus falsas llamadas de ayuda, que en realidad,
Solo son tus inseguridades y miedo al perderme, ser al final capaz,
de tomar la perilla, cerrar la puerta y no dejarte entrar más.
Siempre vuelves. Tal ave vuelas un tiempo y te posas en otros nidos,
Después, extrañando lo que yo te solía dar, vuelves por mí,
A ver como he estado, como me han tratado. Observas que no tengo heridas,
al menos superficiales,
y si me vez rota y vacía en vez de ayudar siempre optas por escapar,
y regresar cuando ya no hay mas sangre, oscuridad u hoyos mentales que sanar.
Me gustaría ser tan fría y fuerte como tú.
Desearía tener tu seguridad, tu valentía, tu fuerza física y emocional.
Desearía ser capaz de mandarte al carajo exactamente como tú lo haces cada que yo te llamo en busca de ayuda y piedad.
No puedo pedirte más, hombre del demonio.
Todo mundo me advierte de los peligros del inframundo y de Satanas, y de los supuestos diablillos que en la noche los pies me van a jalar,
pero desearía que al menos por una vez,
mis padres me hubiesen advertido de ti.
Me has hecho más daño que mil enfermedades juntas.
No te preocupes, cuando creía olvidarte, cogí al primer pátan que se me atravezó,
Le conté nuestra historia con el fin de poderte olvidar,