Cartas Vol. II

poema de Atlayxes

Me quedo con la memoria y los recuerdos. Los malos, los buenos y los que tienen un punto medio. Decido quedarme con tu perfume y tus sonrisas, con tu sinceridad y con tu querer tan bonito. Me quedo también con los abrazos, con los besos, con las pláticas sinceras y las confesiones de medianoche que solías hacerme. Me quedo con todas las noches que pasaron entre los dos, las lunas que llegamos a ver y las estrellas que llegamos a contar. Sin duda alguna decido quedarme con todo lo que me pertenece.
Decidí quedarme al menos por esta vez con tus inseguridades. Con tu inmadurez y con tu miedo tan terrible personal de dejarte querer. Con tu pavor al amor, a la reconciliación, con tu orgullo tan eterno y clavado en ti y por el modo en el que detestabas no tener la razón.
Me quedo con tus pertenencias también, aunque eso te incluya a ti. Aunque mil veces he deseado que jamás leas mis cartas, hoy por un día al menos, quisiera que leyeras esta y me dieras tu opinión. Te despojo de ti y de lo que tú eres, de tu esencia y tu aliento matutino.
Te despojo de tus malos recuerdos y vivencias, de tus malos ratos y corajes. Te despojo de las malas putas que has tenido y de la maldita suerte con la que corres de encontrarte mujeres desechables en tu camino.
La verdad es que te extraño. Ya han pasado meses desde nuestro último beso y han pasado semanas desde nuestro último contacto. Te extraño como jamás creí extrañar a nadie. Quisiera que leyeras esto y aunque sea el coraje se apoderara de ti y te hiciera reclamarme por todo lo que te he quitado.
Te he dejado tan vacío que hasta has dejado de ser tú. Te he quitado tus penas y alegrías y te he dejado con un hueco mental tan impresionante, qué, aunque no lo quieras y nunca lo busques, en todas tus conversaciones aunque sea en una ocasión, tienes que mencionar o recordar todo lo poco o mucho que pasó entre nosotros dos.