Perdido en el bosque

Unas garras nos arañan la espalda
Durante una noche sin luna,
Con las estrellas dentro en una botella,
Somos niños perdidos entre arboles de soledad.

Las lágrimas brotan por nuestras gargantas
Asfixiando nuestras miradas,
Caminando entre una niebla pesada,
Sintiendo en el pecho nada más que una puñalada.

La tristeza inunda nuestros días,
Caemos encadenados al mar,
Con la impotencia de no poder llorar,
Y caer hasta el fondo de nuestra conciencia.

Con los pies descalzos
Avanzamos pisando el muerto pasto,
A la deriva de nuestros miedos,
Con la inseguridad de salir de aquí vivos.

Paralizados por la incertidumbre
De volvernos la presa en este bosque,
Huyendo de las sombras y de las voces,
Que danzan al ritmo de nuestros terrores.