Una hora más...

Hay alabanzas ingratas, hay hermosos declives,
hay un señorío en la punta de un incierto monte,
hay...

Y lo que no se pierde,
lo que no es encontrado,
se reencuentra en la simulación,
en la máscara vilipendiada,
la que se asemeja a la piedad,
que no es más que una bonita baratija,
un juguete de distorsión,
una fiebre fermentada,
una dura golpiza endulzada con futilidad...

Pero los días ya no se parecen,
las noches tampoco,
lo que es seguro ahora,
no es más mañana,
lo que firme es hoy,
es escombro en la alborada siguiente...

Y tú no estás en la diferencia,
estás en la esfera que marca la hora simétrica,
en la rutina intensa que marca tu alma,
tu piel,
tu cuerpo,
tu atesorado nombre,
en lo que significas superficialmente,
en lo que digieres,
en lo que imaginas,
en lo que intimas,
en lo que apenas rozas,
y así,
en lo que vierten tus ojos
al ver lo que no quieres ver...

Dime dilema,
quieres ser mi hermano,
dime hermano:
¿quieres morir conmigo?

Dime congoja,
aún serás mi compañera...

Dime si reír,
dime si aún puedo gritar...

Dime horizonte,
puedo ver lo que no han presenciado los días...

Dime por favor,
dime que no estoy solo,
que viajo con alguien,
que vago sin dejar los estribos,
sin dejar el aliento de la providencia,
de todo lo grato,
de todo lo vital...

Dime paz...

¿Aún estás conmigo...?