El mago de los sueños
Qué triste estaba esa noche
sin saber qué hacer,
a punto de rendirme
al destino y su poder.
Iba caminando solo
por una gran arboleda,
cuando me encontré un mendigo
y le di algunas monedas.
¿Qué te pasa? me preguntó
y le dije que no quería existir,
¿por qué? si no te ves enfermo
es que la vida no me quiere sonreír.
“Sí a un mendigo le das monedas
sin contarlas y de corazón,
es porque tu alma es buena
y eso tiene mucho valor”.
Entonces el mendigo cambió
y se transformó en un caballero,
alto y de buen vestir
con capa, bastón y sombrero.
“Soy el mago de los sueños”, dijo
“y un deseo te puedo regalar”,
“yo te lo cumpliré muchacho
si esta noche lo puedes imaginar”.
“Quieres tener más suerte
o una compañía en tu soledad,
lo que en tu mente esta noche aparezca
en poco tiempo se hará realidad”.
Esa noche soñé contigo
cabellera dorada y labios rubí,
ojos marrones, piel de algodón
y una sonrisa como nunca vi.
Me desperté sobresaltado
y la tristeza me agobió,
fue nada más que un sueño
nada de eso en verdad sucedió.
Días más tarde a mi clase
llegaría una nueva compañera,
de blanco entraste mi amor
y supe que mi ilusión se volvía verdadera.