Mirar al otro lado (educación al mejor postor)

La educación es un bien inalienable de la humanidad,
ya que su principal finalidad es la de reproducción
del ser social (…) Sin embargo, tal significado se ha
perdido en medio de la sociabilidad capitalista en
crisis estructural, que para recuperar su margen de
ganancia se apodera y pervierte incluso los bienes
humanos más esenciales, como la educación.
(Estefanni M. Alves y Ruth M. de Paula Gonçalves)

Voy a empezar a mirar a aquel otro lado,
donde la inocua verdad se reviste de pena,
en la que la indiscutible razón se debe evitar
cuando la lógica es, ahora, una mala consejera,
ávida, como está, de dudosa esperanza delictiva.

Todas las miradas siempre tienen un ángulo,
esa adecuada perspectiva que la vuelve perfecta,
digna variación precisa entre la quimera y la utopía,
rehén de un autoengaño consentido y sin pecado,
que deleita sin más dolo, sin más remordimiento.

Entre la buena educación y la práctica instrucción
el conocimiento ha ido perdiendo su sustancia,
sin más deleite por aquel otro saber atemporal,
que dejaba atrás la utilidad sin nunca perderla,
celebramos ahora absortos el cordial mutismo.

La ignorancia ya no es más la infame ignominia,
no hay más vergüenza al otro lado de la verdad,
la falacia desvergonzada reina sobre la incredulidad
la fe es la razón mitificada que nos salva y nos condena;
una vaga solución desesperada que nos ha de eximir.

El saber es ahora un valor de mercado, pragmático;
en el inmediatismo de una solución pasajera y estéril,
la respuesta eficaz a una pregunta que no es formulada,
remedio para una enfermedad que se propaga infame
en la insana plusvalía que pone precio al discernimiento.

JIJCL, 28 de diciembre de 2022