Arcadio Tetelquin.

poema de Celeste Alma

Al agitar la noche llora el río...
le ha exprimido una lágrima a mis ojos.
Recordé, de mi pueblo los caminos
y vinieron a mí los tristes rostros
de orejano cariño, tantos críos
con el llanto que atajan sus abrojos.
De las madres secando el sembradío
y los padres migrando entre el manojo
de paisanos soñando con futuro
en el Norte, País de Sueños Rotos.

Don Arcadio, el abuelo campesino
apuntala su voz cuando me cuenta
de sus hijos...de su ida sin retorno.
Él entorna su par de ojitos grises
y de pronto, son dos charquitos rojos.

No abandones, hermano, a tu familia,
ahí quédate, al fin somos nosotros
campesinos, tan hijos de la tierra
como fue el padre Adán y somos todos.

Si tú siembras tu campo, hermano mío,
al comer la cosecha de tus lomos
con tus hijos, sabrás que no hay más dicha
que la paz respirada entre alma y olmos.