Angeles Caidos

poema de Franco

Rosas cordones de seda bailaban
cortando gotas del aire
en un intranquilo descenso
a los azules y brillosos adoquines.
Ni el primero ni el último.
Amargo tango y rosa seca,
té de manzana, rush en la ventana,
el frío secó el aliento, que cortaba en palabra
mi más cálido rostro,
radiante luz entre sombra.
Sollozo.
Toda esa fuerza y tu miedo,
late la noche azul bruma,
lleno de humo mi cuerpo,
se esfuma con tu carne, y el impacto
que dejó sorda la luna,
que tanto he endulzado,
con ojos, lengua y melodía.
Se entibia la empedrada,
sosiego.
Con tu peor rostro de noche,
comienza a llover dentro mío,
y el terror a 220,
oscilante y perdido,
tomo carrera a buscarte.
Olvido.