LA NADA Y EL TODO
Todo quedará en nada, aquí, como debe ser,
el olvido es la mejor receta para sobrevivir;
sobrevivir, no vivir, amanecer y anochecer
anodinos, para gozar antes está el sufrir.
Los espacios vacíos se llenan con otros
espacios que emergen con luz propia,
todo cambia y nada cambia, la historia
porfía, somos hijos y padres, nosotros.
Todo quedará en nada y la nada en más nada,
se borrarán nuestras huellas temporales;
la distancia, infinita, se convertirá en muralla
hasta tanto inhabitemos los mismos lares.
Sublimes nos volveremos a encontrar
en instancias superiores,
donde el amor ilimitado,
donde con sólo imaginar
erigiremos etéreos colores
en vastos paraninfos de lo inusitado.
Amanecer perpetuo,
luz eternal a demanda,
a resguardo del tiempo,
impregnará la calma.
Sin billete viajaremos a realidades
arcanas, conoceremos existencias
ni en miríficos sueños imaginables,
obtendremos indubitadas evidencias.
Todo quedará en nada, aquí, como debe ser,
necios nos recordarán cuerpos dormidos,
tal que fuéramos condenados peregrinos
que resignados parten para jamás volver.
Perenne el amanecer,
cálida la luz que abraza,
ácronos del prístino ser,
la plenitud inmaculada.




