CAMINOS

Caminé por las arenas más ardientes
e incluso por el filo de la navaja,
sacié mi sed en escondidas fuentes
busqué atajos sin obtener ventaja.

Algunos caminos eran intrincados
otros abruptos y accidentados,
algunos no llevaban a ninguna parte,
otros morían en algún baluarte.

Aprendí que no existe camino sencillo
ni mágica senda iluminada en la noche,
más bien una tenue aurora sin brillo
con la luna prendida como un broche.

Me demoré en los cruces de camino
clamé al viento en busca de mi sino,
pero las carreteras no tenían dirección
aunque me esforzaba en ampliar mi visión.

De vez en cuando observé mis huellas
reconociendo algunos pasos vacilantes,
quise encontrar las rutas más bellas
y correr detrás de sirenas reclamantes.

Al fin comprendí que no existen metas
que solo es real el eterno y presente viaje,
que todos los viajeros aportan sus recetas
para no adentrarse en tierra salvaje.

Cuando el camino y el caminante
se funden en la única misma cosa,
ya no necesitas ningún acompañante
pues viajas en los brazos de una diosa.