Morfeo.

poema de Anna.

Estaba en mi rincón habitual, leía un libro de Agatha cuando un viento fresco entró por mi ventana, la cortina se movió suave y pensé con agrado que era la lluvia que venía lenta hacia mi casa, me dejé sorprender del trueno que sonó lejano y seguí inmersa en la página del que me tenía atrapada.

En un poco rato mis ojos cedieron al sueño y deje que Morfeo me tomara como siempre, caí en sus manos tan tibias, tan grandes y puse mis sentidos en ese letargo que amaba desde ayer.
Suave sentí como unos dedos subían por mis pies, entre sueños los mismos atrapaban mis piernas, una y otra fueron dando su dirección, lado a lado se acomodaron encima de la sábana blanca, no pensaba nada más que ser poseída por este amigo de siempre, subió los dedos por mis entrepiernas y sentía como mis deseos iban apoderándose de todo lo que era mi ser.

Siguió en ascenso hasta que encontró mi dulce néctar que ya emanaba, mi calor era una suma de todo mientras su boca iba dejando su marca en mis caderas, movía todo ya porque anhelaba ser suya al instante pero este dulce amigo tenía otra idea y me acarició desde allí, subió a mis senos dejando posadas sus manos en ellos tan fuerte que me asustó pero su voz en mi oído calmó todo, era él que me seducía suavemente mientras la cortina seguía su danza en mi ventana.

Sentí como su peso se acomodaba en mi cuerpo sin dejar ni un milímetro de distancia entre estos, todo se pegó como las fichas de un rompecabezas que casan una a una, su boca se metió en la mía, mi pecho recibió el suyo, supe que era esa la noche que más había deseado en mi vida, un trueno se oyó afuera mientras su cuerpo se arqueaba en mi, dejaba su sudor en mi piel, su saliva en mi cuello, sus dientes en mi hombro y un aroma a jazmín que nos inundó fue testigo del placer que ambos nos entregábamos.

Pasó rápido y con fuerza por mis poros, atrapó mi mente como mi cuerpo, era suya y lo disfrutaba tanto como en mis otros sueños a su lado, acariciaba cada pedazo de mi piel, seducía cada segundo más fuerte mi instinto, dejaba en mí su deseo salvaje y potente que no me atrevía a abandonar, me atraía todo su ser, su voz fue la primera que me atrajo, después sus ojos tan negros y enigmáticos me dieron miedo pero también un poco de ansiedad a verme dentro de ellos, su barba profusa era un testigo atrayente entre mi piel suave, blanca y sus deseos.

Era una lucha contra mis deseos de ser suya, con los suyos de ser suya, con la situación que nos tenía atrapados en un momento de placer que podía durar horas sin ningún control de parte de ninguno pero...¿ Para qué ?
Es un instinto que ambos teníamos a flor de piel y que en medio de este mundo que nos abarcaba nos dejaba solos pero unidos como un tatuaje sin medida, que nos alejaba de la misma forma por pasiones que nos dejaban atrás pero que para su bien, el mío ...nos volvía a juntar con un destino que ya era imposible abandonar.

Él ...ya bien sumergído en mi dejaba sus palabras en mi mente tan claras que no era posible olvidar, me tenía como quería, suya y toda para él, así como quería y como yo soñaba desde que lo conocí.

Era una orquesta de músicas humanas, de placeres y deseos juntos en medio de la nada, del todo, de lo que éramos ambos, que debíamos consumir mientras estuviéramos allí, asi y hasta que alguno se fuera otra vez o quien sabe ...la vida es así cuando hay más que amor y cariño un gran deseo entre dos personas como éramos él y yo.

Sólo había ese instante, ese momento entre los dos, nada más nos conducía por la vida del otro, desde antes había sido así y aún había tanto placer y deseo entre nosotros que no se podía decir adiós, no era posible o factible, menos cuando mis lágrimas caían por mi cara raudas de gusto por él y con él, sólo con él, para él.
Loca era desde siempre pero a su lado era una orate drogada de placer que dejaba su sexo encaramarse en mi ser, que me absorbía como ese vicio que nunca se pudo dejar, que siempre en las noches de frío y lluvia fuerte se deseaba y se soñaba con la piel ardiendo de deseos de él.

Ese Morfeo me tenía para él como quería, como siempre lo quiso, a su voluntad mi cuerpo se abría como una flor dispuesta a dar lo que él quisiera, así había sido antes, así lo deseaba mi ser desde siempre y con su fuerza pegaba en mi gusto como loco, era mi mayor ansia dejar que el rítmico vaivén de ambos siguiera y siguiera por horas, que el tiempo en realidad no fuera verdad y sólo estuviéramos así los dos, desnudos en mi cama y entre mis piernas todo su ser y su energía en mi vida.

Explotamos juntos en un sólo trueno que sonó más cerca, nos dejamos los dientes marcados en el otro, nos dimos el más grande deseo de ser uno en esa deliciosa empatía de sexo, placer, lágrimas y nuestra humedad cómplice que se confundía entre los dos.
Los cuerpos ya jadeantes cedieron ante este largo momento, mis manos por su piel, mis labios en su boca, su cuerpo reposado en el mío y la noche que nos acompañó, la tormenta afuera, el frío que resonaba en los vidrios pero el sol en medio de los dos dejando que la piel se tatuará más y mejor con las horas.

Un rayo sonó fuerte, la luz entró al cuarto y pude ver que todo había sido un juego de mi loca mente, que no estaba su cuerpo encima del mío pero si había en mi ese gusto exacerbado de haber sido suya en las horas mas nocturnas y más agradables para mi.

¡ Juegos mentales ....tal vez !

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* Ángel *
Diciembre 9. 2019.
22:23.

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Comentarios & Opiniones

La Dama Azul

Estimada mujer, vuestras asemejan a textos extraídos de una novela grata, elaborada a detalle y claridad.
Un gusto de lectura.

Reciba mis cordiales saludos.

Critica: