El Pueblo

poema de Andres Jacob

He ahí, pueblo mío, ¿dónde estáis?, responded a mis gritos
Responded al llamado de la vida y de la muerte,
Lamentos y llantos escucho ahora inconsciente.

Mira, como las lágrimas caen del rostro de las madres,
quienes golpeadas cuidan de sus hijos inocentes.
Si, ellos, con rostro risueño
viven y sueñan, cuan grandes aquellos pequeños.

¿Estáis felices?, pues, ya los niños no juegan,
han perdido la emoción,
que entre sonrisas sosiegan,
¿por qué jugáis con su triste corazón?

Aquí yacen los caídos que levantados
enfrentaron a los subyugados.
¡¿Acaso no sois del pueblo y por el mismo vives?¡
Has perdido la razón si atacáis a tus aliados,
con pistolas y fusiles,
no veis que sois hermanos.

Solo os queda sentarse y mirar
Mira entonces como tu pueblo
Lentamente se levanta
Y con desvelo trabaja,
Con esfuerzo se ultraja,
Con anhelo sueña
Y, entonces de la vida se adueña.

¿De quién pues sois?,
¿de aquellos que os miran desde sus tronos de oro?
Y os ordenan, sin más, pelear el uno con el otro
¿Entonces, de quien sois?,
Pues más, te digo hombre y recuerdo tu único dueño
Sino sería más que Dios, tu vida y tu leño.

Camina y habla, corre y grita
Y sabrás que más vale prisa
por mala que paciencia por buena,
Entonces, cuanto aguante podríais tener
Si no es la vida quien, pues te golpea,
sino aquellos que no la merecen,
y con firmeza la aborrecen,
luego, espera que con calma
el fuego enciende su llama.

Las chispas de quienes creyeron en supuestos
Que por supuesto, no lo fueron,
y ¿quiénes son estos?
Que por mal vienen y aún permanecen
Ya que la voz de ti fue tan fuerte para permitirlo
Y gracias a ti no desfallecen.

Nación, estado,
mi pueblo anhelado
Te digo: ¿dónde estáis? Y ¿tu fe y harmonía?,
¿ya no brindáis por eso?
Tierra querida que con estrofas cantabas,
no encuentro en ti tan llamada patria querida,
perdiste tu oración cual canto de vida.

Dime pues, que tanto quieres a tu tierra, si no la amáis
entonces soltadla, negligente pueblo, ¿de qué habláis?
y si es así muéstrate, pues tu voz fue la única y, aun así
¿esperáis algo más?, que haces con lucir tu bandera en alto
si por la espalda la rasgas insensato.

Ríete ya que eso fue lo que obtuviste,
pues aquel que con dulces llega, no es más que un mendigo ladrón
y eso lo viste, una y otra vez, incontables veces lo viviste,
con el bandido te quedasteis, y el puñal entero te clavaron.

Sin pensar en quien tiñere tu tierra de sangre,
Por la mísera obra de quien te ve desde su pedestal
no es más que un feral buscando un aquelarre,
solo por conveniencia y cobardía.
sin recordar quien lo mira desde los cielos con soberanía,
es el único y universal.

Preferiste entonces la horrible noche
Al no lograr tu libertad sublime
Tu entera humanidad sangrando
Ya que entre cadenas gimes
pues no comprendes aquellas palabras
de quien murió crucificado.

Ellos temen mucho más, pues entienden,
que eres y serás un nido de valientes,
que sin armas os alzáis,
Sin temor os reveláis,
pues el fruto de tu vientre os acompaña.

Entonces, salid y enfrentad a los supuestos hombres de bien
que llegaron caminando por tu lado,
sin más tomaron tu mano y apretando
sonrieron cual serpiente atrapando a su presa
Decid, no más, negad a quienes temen de ti,
Ya que no hay quien se oponga
Lucid, tu nombre en alto pues bien llamado eres Colombia.

Por: Andrés Jacob