Aurora y ocaso de un amor efímero de otoño

poema de Luna

Mientras en el horizonte gris se podía divisar la primera tormenta que anunciaba la llegada del invierno, yo me hallaba sentada en la misma banca del parque donde hace una semana lo vi por vez primera, esperando como cada día desde que lo encontré, a que llegara caminando por el sendero de adoquines, cubierto totalmente por las hojas muertas de los árboles que el otoño asesinó. Recuerdo que aquella tarde paseaba sumergida en mis pensamientos y desde el otro lado del lago pude verlo sentado, con las piernas cruzadas y un cigarro a medio fumar entre sus dedos, y la mirada fija en el horizonte como si estuviese congelado en el tiempo. Inmediatamente llamó mi atención aquella figura alta, delgada, de nariz aguileña, labios gruesos, espalda ancha, cabello ondulado y una cicatriz que atravesaba su rostro desde su oreja izquierda hasta su boca. Usaba un atuendo negro: camisa de seda, pantalón de cordoroi, un gabán que lo cubría hasta sus rodillas y unas botas de cowboy que sobresalían sobre el pantalón. Caminé hacia él y al pasar en frente suyo, no se inmutó, como si nada ni nadie pudiera perturbar su meditación, me sentí perturbada por no llamar su atención, sin embargo, le di la vuelta al lago una vez más y me senté a su lado. Después de un par de minutos dije en voz baja: -¿Hermosa tarde verdad?- Para romper el hielo. Él dirigió una mirada inescrutable hacia mí por unos segundos y regresó a la inmensidad del horizonte… Me sentí estúpida y un tono rojizo subió a mi rostro mientras el calor avergonzante mitigó el viento helado que me acariciaba la cara. Quería escapar, correr a refugiarme lejos de allí pero aquella presencia que me tenía avergonzada, de igual manera me había atrapado. Pensé varios minutos en decir algo más pero todo me sonaba estúpido, cuando de un momento a otro, sin mediar palabra alguna, me tomó fuerte por el brazo (incluso sentí que me hacía daño), caminamos un par de calles y a medida que lo hacíamos, su mano se fue deslizando hasta la mía y enredó sus dedos con los míos. No quería que la caminata se terminara, no sabía a donde me llevaba aquel desconocido pero no era capaz de soltarme, porque más que con su mano, me tenía atada con el misterio que lo rodeaba. Nos detuvimos ante una puerta en la calle Boston y tras abrirla, descendimos por unas escaleras hasta un sótano donde quedaba un bar. Sonaba Girl you´ll be a woman de Urge Over kill, la atmósfera rojiza y viciada de humo de Tabaco le daba la apariencia a aquel lugar como de una noche de verano en el infierno. Allí se hallaban, a parte del cantinero, dos mujeres mal vestidas, con maquillajes extravagantes, riendo a carcajadas mientras vaciaban una botella de whiskey que seguramente un par de hombres con cara de matones, les habían mandado a servir con la intención de acercarse, porque no paraban de hacerles señas y lanzar besos y miradas entusiastas.
Me llevó hasta la parte posterior del bar, donde me acerco una silla y se sentó en frente mío a mirarme fijamente a los ojos, y luego de un instante, levantó su mano con dos dedos enormes estirados totalmente en dirección del cantinero, el cual, se aprestó rápidamente a traer un par de vasos repletos de vodka. Alzó el suyo y lo bebió de un sorbo sin inmutarse, como si bebiera agua, mientras que yo al darle un pequeño sorbo al mío, no pude dejar de dibujar en mi rostro una mueca y sentir como aquella bebida, junto con tan misteriosa mirada, me quemaban las vísceras y el alma. Después de que él bebiera dos vasos más (yo no había terminado el mío), encendió un cigarrillo que dejaba ver más atractiva su cicatriz con el fuego que se intensificaba tras cada calada… Me miraba incansablemente sin pronunciar ni una sílaba, me tenía totalmente sometida con su presencia y cuando terminó de fumar, lanzó la colilla al suelo y la pisó con su bota. En ese momento sonó Love me two times de The Doors y le dije que me gustaba esa canción, se incorporó y me tomó de nuevo del brazo (pensé que bailaríamos), me arrastró prácticamente, hasta una puerta de madera azul, iluminada con una luz roja en la parte superior y me introdujo en el único baño que había en el bar y que compartían tanto hombres como mujeres. Entendí que pasaría y no opuse resistencia alguna, me recostó de frente al espejo, casi con violencia y desde atrás, metió sus frías manos dentro de mi blusa, calentándolas con mi tibio pecho mientras me acariciaba, luego sin darme cuenta, subió mi falda hasta la cintura y me penetró con avidez. Mientras su pelvis bailaba con mi cadera, su mano derecha se aferraba fuerte a mi pecho, su mano izquierda halaba mi cabello y su mirada profunda, reflejada a través del espejo, me seducía y me hacía lanzar exhalaciones que se confundían con su aliento a tabaco y que pronto empañaron el espejo con la neblina de mi placer. Cerré los ojos un instante y tan rápido como me había hecho suya, había desaparecido.
Salí del baño, lancé una mirada alrededor del bar y no lo vi, corrí apresuradamente hasta la salida y por la calle oscura solo caminaba un perro vagamundo, así que entré de nuevo al bar, bajé corriendo las escaleras y me dirigí al hombre que se encontraba atrás del mostrador -¿Vio salir al hombre que estaba conmigo? ¿Sabe su nombre? ¿Dónde vive? ¿A qué se dedica?- Pregunté frenéticamente al cantinero que limpiaba la barra con un trapo mal oliente. – ¡Calma chiquilla!- Dijo con voz apaciguadora. –No sé mucho de él, se hace llamar Rainbird, viene acá en ocasiones desde hace más de un año, jamás pronuncia una sola palabra, siempre alza la mano para pedir vodka y he escuchado que se gana la vida jugando a la ruleta rusa en una bodega junto al puerto, donde entre mercenarios, vagamundos y hombres sin motivos para vivir, apuestan a volarse los sesos con un revólver y una sola bala, para gusto de los mafiosos y políticos que hallan en esta actividad, un placentero entretenimiento-
Salí de aquel lugar sombrío apresurada hacia mi casa en donde pasé toda la noche pensando en el hombre que me había hecho suya… En mi hombre. Me sentí sucia pero enamorada, usada pero extasiada y angustiada de pensar que tal vez esa misma noche no habría corrido con suerte y se hallaba en el fondo del océano con un agujero en su cabeza. Al día siguiente, me apresuré al parque desde la mañana y permanecí sentada en la misma banca esperando que apareciera, y a eso de las 4 de la tarde, cansada, angustiada y con el alma hecha girones, cuando me aprestaba a regresar a mi casa, lo vi llegar caminando hacia mí. Me abalancé sobre él y de un salto me colgué de su cuello, le besé el rostro y lo hice sentar mientras yo me senté sobre sus piernas a besarle apasionadamente… El no pronunciaba palabra alguna y solo me miraba como siempre, con esa mirada que me seducía y hacia que mi ropa interior se humedeciera. Ahora fui yo la que lo tomé de la mano y lo conduje de nuevo al bar rápidamente y sin más motivo que querer sentirme amada por mi misterioso hombre, descendimos las escaleras y lo conduje hasta el baño de inmediato, donde me hizo suya brutalmente. De nuevo en medio de mi éxtasis, desapareció sin que me percatara de ello. Toda la semana, sin ponernos de acuerdo, nos encontramos en el parque a la misma hora y corremos como dos animales en celo hacia el baño del bar en donde nuestra pasión empaña espejos, perturba a algunos clientes y excita a los otros.
Una vez más, estoy acá esperándolo para sucumbir ante su mirada y su cicatriz. Lo veo venir por el sendero, con sus manos metidas en los bolsillos del gabán, los hombros encogidos por el frío y su cabello agitado salvajemente por el viento. Se detuvo a unos pasos ante mí, y antes de que yo pudiera lanzarme sobre él, como acostumbraba ya, sacó un pequeño papel de su bolsillo derecho, junto con el tallo espinoso de una rosa, los colocó sobre la banca, me miró por un instante, dio la vuelta y desapareció caminando despacio justo por donde había llegado. Tomé la nota que decía con exquisita caligrafía: ¡Debo partir pero te dejo mi corazón junto con este papel! RAINBIRD…Entonces arreció una tormenta en la ciudad y en mi alma…Llovió en las calles y en mis ojos.

Comentarios & Opiniones

Darkwolf

muy bueno

Critica: