Poema de las cinco de la tarde.

Vamos a remedar el cielo,
bella como el edredón que lleva
su propio consuelo,
su propio consuelo.

Vamos a remedar el cielo,
¿así quizá?
pero no es el silencio lo que nos lleva,
no,
no es eso,
es el equilibrio de las cosas.

Vamos a iluminarnos como comarcas
listas de polvo y heno.

Para cuando el alba calle,
todo estará desbaratado y solo.

Pero esto es el ámbar
de los pequeños sueños.

Pero este es tu carruaje
de lerdas amapolas.

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