Chita.

poema de Erasmo

A la forma desnutrida,
a la canción solitaria,
a la mujer presumida,
a la calva herediraria,
¡chita! que esté entre nosotros,
¡chita! que no se nos salga.

Pues el mundo tiene esto:
un chiste en ciernes volando,
la cantinela en funesto
huracán confabulando.
¡chita! que no traspase
los márgenes de este texto,
¡chita! que no se fugue
por la ventana este preso.

Y no se diga este chisme,
de vestido ceniciento,
entre garajes y atento
a las orejas del barrio,
¡chita! que no se enmarañe,
¡chita!, que es farsa desnuda.

Ya entre las fauces corren rumores,
y entre las lenguas atletas,
llevan y traen los vapores
y sus dos mil volteretas.

Supo ganar la partida
el chimento manido,
y el portero atrevido
propaló su bienvenida.