Batalla de egos

El orgullo que reside en mí es colosal
Y no lo puedo evitar.
Por más que caiga
Me vuelvo a exaltar.

El orgullo que reside en mí cae en papel,
Acompañado por lágrimas del verano y las hojas del otoño,
Mezclado con recuerdos que todos parecen olvidar,
Pero que el invierno me invita a conmemorar.

El orgullo que reside en mí inspira mis poemas,
Tanto los felices como los de tristeza.
Son su propia medida
Y no hay quien reconvenga.

El orgullo que reside en mí me hace vivir,
Domina mi sentir,
Y también me hace morir,
Porque no sé dejarlo ir.

El orgullo que reside en mí se compone de ti,
Que bromeábamos pisándonos el pie,
Pero exageraste y me pisoteaste
Como si me arrasara un tren.

El orgullo que vive en ti soy yo,
Que me lastimaste sin consideración,
Que me mentiste sin pensártelo dos veces,
Que me escupes como si fuese viejo tazón.

El orgullo que vive en ti da lástima,
Pues precisa de mi sufrimiento,
Con esa presencia que ya no es cálida
Y esa risa tuya en mi lecho de perro.

El orgullo que reside en mí da lástima,
Ya que necesita verte de nuevo,
Con esa ausencia de tu indiferencia impávida
Y esa primavera cuyo denuedo no verá renuevo.

Presumiré mi orgullo hasta el último alarido,
Hasta que tu corazón se haya derretido,
O hasta que cesen estas lágrimas del verano
De cuando aún estabas a mi lado.

Presume tu orgullo hasta que exhale,
Hasta que me harte de esperarte,
O hasta que mis brazos caigan como las hojas del otoño
Y se los lleve el aire.

Mi orgullo se sustenta en el papel,
Que con una pluma lo alimento lleno de fe,
Con poemas que evoquen tu sensibilidad
Para que vuelva tu sinceridad.

Tu orgullo se mantiene de mi debilidad,
De esta creencia de que puedes cambiar,
Cuando tu sonrisa me pisotea con la realidad
Y te vas con tu “amigo” a bailar.

Alimentaré mi orgullo al preguntar,
Que si bien te consideras en unidad con nuestra hermandad,
¿En serio puedes amar a los cristianos de tu iglesia?
¿O distanciarte e ignorarnos es mera coincidencia?

Nutre tu orgullo al cuestionar,
¿Dónde estaba yo cuando me necesitabas,
Cuando nadie te pelaba,
Cuando tu cuerpo era el de una niñata?

Incrementaré mi orgullo al comentar
Que aún no es demasiado tarde,
Que aún te puedo y quiero ayudar,
Siempre y cuando me dejes acercarme.

Sube tu orgullo al pronunciar
Que es temprano para hablar,
Que mejor espere la siguiente primavera
Y que me busque otra violeta a la cual molestar.

Esta es la batalla de egos,
Mezcla de caretas y soberbia.
Yo te quiero reformar
Y tú me desprecias al cruzar.

Este es un batallón de fe,
Empecinado en plasmarlo en papel.
Yo te ofrezco mi amistad
Y tú razones para lamentar.

Este es un conflicto bélico,
Hasta que uno de los dos trague su orgullo.
Yo te dedico Tratado de Libre Comercio
Y tú construyes un muro.

Esta es la batalla de egos con todo y dolores,
Hasta claudicar o hacer tregua,
Hasta que uno ya no llore,
O hasta que el otro haga poemas.