En lo profundo del bosque

poema de Acero etereo

A este rupestre rincón del mundo
un día la niebla trajo promesas
que fueron forjadas
en las grandes urbes del mundo.
Cada árbol, ladrillo, cada hoja de ceded,
cada cosa que la niebla humedeció, cobro vida.
y las teorías no tardaron en llegar.
nos preguntábamos porque,
¿porque las promesas del mundo llegaron hasta acá?
suponíamos que eran promesas incumplidas,
y que llegaron para que nosotros las cumplamos.
pero todo se volvió mas confuso,
dos meses después, cuando llego la nieve.
y cada copo al tocar el suelo exploto;
no con llamas, mas bien era un brillo cegador,
y emano un aroma dulce y embriagador.
supimos mas tarde que ese aroma y esa luz
no era otra cosa que todas, y cada una
de las futuras risas y carcajadas de los niños
de todo el mundo
¿nuestro pueblo se las robo?
¿podrían los niños que estaban por nacer
reír, si sus risas estallaron aquí,
en un rupestre y perdido pueblo?
en este punto los pobladores estábamos histéricos.
nos reuníamos miércoles, viernes y domingos
en la única plaza que tenemos,
cada uno subía a un improvisado escenario
y leía en voz alta las ideas y sugerencias
que garabateo durante la semana sobre
los acontecimientos que estábamos viviendo.
algunos tenían miedo, otros esperanza,
había quienes sencillamente subían
y no decían nada, se quedaban ahí con la mirada perdida.
llegamos a creer que todos nos volvimos locos.
algunos tocaban los objetos que la niebla mojo
y decian sentir una responsabilidad, un llamado
a cumplir una u otra promesa.
algunos que vieron fijo a la luz de los copos,
sin razón alguna comenzaban a reír a carcajadas
incluso a veces hasta el llanto.
el invierno paso, lento, casi eterno pero paso.
a mediados de septiembre otro acontecimiento estremeció
a todo el pueblo, todos estábamos intentando
superar o al menos convivir con los echos anteriores,
pero entonces el veintitrés de septiembre,
por la mañana cuando la gente salio de sus casas
se quedaron paralizados, por miedo o incertidumbre,
frente a cada casucha del pueblo
se encontraba un ciervo macho parado,
viendo directamente a las puertas y entradas de las casas.
no se movieron de ahí y la gente no se movió de sus hogares.
¿era un buen presagio, o uno malo?
ahí estuvieron los animales, imponentes e inmaculados,
durante cuatro días, entonces una lluvia primaveral
callo sobre sus pelajes y sus cuernos, sobre las calles
y techos de este rupestre poblado.
los animales entonces comenzaron a caminar,
primero creímos que sin rumbo, luego nos dimos cuenta.
caminaban hacia la plaza, que es el centro del pueblo,
y allí mismo se acostaron y murieron.
al dia siguiente tome mi ropa, la metí en un bolso,
y decidió atravesé la calle principal con la vista al frente
para llegar al pueblo se debe cruzar un pequeño puente de madera
que se alza sobre un río, recuerdo haber estado a la mitad este
cuando mire hacia atrás y vi como centenares de arboles
comenzaban a crecer entre las casas y calles,
parte de mi quería volver y saber que iba a pasar ahora,
pero seguí caminando y cuando cruce el puente
eche un ultimo vistazo
al denso bosque que había mas allá del pequeño puente de madera.