Rienda de pasiones
Mi piel se pega a la tuya
en la noche que se antoja fría.
Aunque nuestros cuerpos están ardiendo en el deseo de poseernos.
Nuestras conciencias no nos pasa factura alguna; somos libres y dueños de nuestros actos.
Al llegar el alba el despertador de nuestras ocupaciones, hace que nos despidamos con sabor a poco.
Pero sabemos que habrá más noches, en que nuestros encuentros serán aún mejores si cabe.
No nos amamos y casi no nos conocemos, pero tampoco hace falta porque sabemos cómo es cada centímetro de nuestra piel.
Las formas y curvas que se dibujan en nuestras siluetas, bajo la tenue luz que ameniza la pasión.
Nuestra conversación es poca, porque tampoco importa nada de nuestras individuales vidas.
Solo somos dos seres que se convierten en uno, bajo el amparo del deseo.
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