Tu orfandad, ya es un hecho.

A esas madres dolientes de la patria
ocultas por sus vestidos de progreso
sonrientes como racimos desgarrados de hijo
anhelantes de las cosechas que injustamente
los dioses otorgaban vuestra madre,
mujer sin mérito y llena de privaciones
que el señor Azalaya tuvo a bien a atropellar,
cuando se encontraba indispuesta,
para sus hijas las dolientes de España,
aquellas hijas abnegadas,
que callaban y otorgaban entre quehaceres ,
y fatigas, hijas mías y del abuelo,
vuestra madre ya ha muerto,
la patria, por fin, ya es vuestra,
señoras y señoritas, descansen,
que la tumba de vuestra difunta madre
se encuentra sellada por tiempo indefinido.