Ser lo que quiero ser

Ser lo que quiero ser.
Lo entenderá un niño que quiere ser Thor o el hombre araña.
O una flor, quien sabe si una hormiga.
No es eso el ser lo que quiero ser.
Pero si es lo que quiere ser, también lo es.

Ser lo que quiero ser.
Lo entenderá un adolescente que quiere ser distinto.
Otra cara, otro pelo otra estatura.
O ser famosa, hermosa o de otro tiempo.
No es eso el ser lo que quiero ser.
Pero, si es lo que quiere ser, también lo es.

Ser lo que quiero ser.
Lo entenderá un adulto que quiere tener éxito.
Quién sabe si tener para él es lo mismo que ser.
Pero, si es lo que quiere, también lo ha de ser.

Ser lo que quiero ser.
Lo entenderán los ancianos.
Volver a tener veinte años o haber hecho otras cosas en la vida.
O agradecer lo que han vivido.
Es parecido, a estas alturas del tiempo, las cosas se parecen más.

Ser lo que quiero ser.
Es cierto modo, es ser lo que soy ahora.
Dejar atrás todo lo que yo no soy.
Parecido a conocerse a sí mismo.
Pero, actuando con todo lo que soy.
Sin dejar entrar nada de lo que no soy.

Ser lo que quiero ser no tiene relación con la libertad.
Ser siempre es libre y si es esclavo, lo es de sí mismo.
Ser lo que quiero ser no tiene relación con la sociedad.
Ser tiene más cercanía con aquello que entendemos por verdad.

Ser lo que quiero ser es una afirmación, no tiene negación.
Ser lo que quiero ser tiene que ver con uno mismo.
No tiene circunstancias ni favorables ni desfavorables.
De algún modo es vencer al instinto y al inconsciente.
Ser lo que quiero ser no es algo que se ve en el espejo.

Ser lo que quiero ser no es un sueño, es un camino hacia la realidad.
Ser lo que quiero ser espanta la ficción y la imaginación.
No tiene directa relación con la posibilidad, sino, más bien, con hacerlo.
Lamentablemente requiere de esfuerzo y sacrificio.
Debe hacer el esfuerzo en contra de su ego.
Debe sacrificar sus conveniencias.
¿Por qué?
Porque está más cercana a eso que llamamos verdad.
Y la verdad no desea nada para si misma, ni posee nada para sí.