Mirando las estrellas

Hombre mirando las estrellas.
Entiendo que he ido ganando recursos.
Una nueva palabra, un pensamiento filosófico.
Porque lo he buscado, en suma, porque sentí que era necesario.
Lo extraño o, mejor dicho, frustrante, es que finalmente no suma.
Todo es como la sinergia, la suma de las partes es siempre menor al todo.
Con algo de risa, pienso, que por algo lo habrá dicho Aristóteles.
Y no he podido caer en el entramando del texto.
De algún modo rechazo ese “Derridiano” molusco, en que nada está fuera del texto.
Y que me disculpe Don Darío Sztajnszrajber.
Porque escribir para mí, se ha vuelto en una desilusión.
Cada día mejor, obviamente, desde mi punto de vista
Pero ingrato se ha vuelto este mecanismo de pensar.
Vivir, la vida, existir, la existencia, pensar o sentir.
Y me vuelvo asertivo en fundamentos y evidencias.
Pero:
¿La magia?
¿El milagro?
¿El infinito de posibilidades?
Todas ellas se enfrentan y mueren a la realidad de las leyes naturales.
El resto, si no, ficción, ilusión o fantasía.
Lo contradictorio, es que por muy obvia, simple y ordinaria es la vida.
No deja de ser mágica, milagrosa e infinita.
A veces me digo que hay que vivir para después escribir.
Escribir que he vivido y cuando escribo, de algún modo, dejo de vivir.
No intento ni la poesía ni la filosofía.
Son tan naturales como el oxígeno y el agua.
No tienen por qué ser los elementos más ni menos fundamentales.
Ni por ello han de dejar de ser vitales, todos ellos, y con ellos la luz y nosotros.
Por eso que he decidido seguir escribiendo.
Enfrentar la vida con mis propios recursos, ni buenos ni malos.
Seguir buscando e intentar mantener lo que he encontrado.
De algún modo, nadie nos dice como vivir y vivir también, tiene un cómo.
No hay una receta ni un método seguro.
Porque todas las recetas y todos los métodos son seguros.
Todos a la vez.
¿Es imposible?
Sí, lo es, imposible es.
Aunque, dentro de ese todo, todos nosotros vivamos.