Mi motivo

Es ella la que me trae el recuerdo de su presente.
La ausencia de sus cinco minutos.
La nostalgia de su ser que se aleja mientras la escucho reír.
Es una eternidad que se aleje del comedor a la cocina.
Cuando mis sensores se fijan en sus millones de detalles.
Cuando la diferencia entre la obsesión y lo importante las determina el corazón.
No hay nada más importante.
Y si lo existiera, sería inútil, ni Dios revelaría una verdad más intensa.
Porque de ello han de nacer las semillas.
Multiplicarse por esta vida o por otra, que en otras partes, también han de llamarle vida.
Nada tan cruel, ni nada tan profundo. Más bien intenso, un bien y un aire limpio a la vez.
Y como todo, lleno de belleza, sublime como un gorrión que está comenzando a vivir.
¿Qué la vida es bella?
Sí, no hay duda de ello.
La belleza la hacen algunos, algunos hacen que los paisajes sean bellos.
Porque todo, de manera brutal, está hecho de crueldad y de ternura.
Se tejen ropas, que llevamos encantados, de mala manera o desnudos quedamos.
Nos pasa, siempre, porque intuimos que, de alguna manera, existe alguna razón.
Mas que una razón, un motivo.
Ese motivo trasciende las explicaciones.
Lo casual nunca lo es tanto, como lo determinado, realmente, venidero y cálido.
Y a uno solo se le ocurre el tiempo, pero, ese tiempo con memoria, y con magia, es un recuerdo.
Y aquel tiempo, en que el olvido, nos convierte en un pálido Fénix sin vida.
Esta memoria, por sufrida y amada, nos revela lo auténtico.
Es la verdad incondicional a lo que somos, porque, sin duda, hemos sido.
Por eso, no me olvido, ni siquiera un solo instante de tu detalle.
Por que tú no eres algo, eres un universo de detalles que no puedo dejar de descubrir.
No es mi recuerdo el que morirá contigo, solo será mi cuerpo.
Tú ya estarás para siempre, incluidos esos cinco minutos.
Y cada detalle tuyo, mi propia sangre, mi herencia irreductible.
Mientras descubro tus detalles, mi vida no pasa en vano.
Eres mi único motivo, que trasciende a cualquier explicación.