La voluntad

poema de Alguien más

El cielo, el pálido cielo.
Y las nubes, las esparcidas nubes.
La tarde, la tarde que trae otra briza.
La de otro tiempo, de otro manantial de momentos.
Enfrento la existencia, y la voluntad como un milagro.
Hasta el ánimo debe someterse.
El mismo placer debe tomar silencio.
La voluntad florece.
¿Quién conoce su semilla?
¿De donde saca esa fuerza infinita?
Mas el mismo ego calla y mira acomplejado, asombrado.
De esa voz interior, que a veces, a veces, sale de su misterio.
Abandona el letargo de la eternidad.
Irrumpe a la zona de los tiempos.
Donde lo temporal se quiebra sin temores.
Cuando el Universo se entrega a una pequeña partícula.
Su voz sin sonido.
Sin obligaciones, sin sometimiento, sin reproche, crece sin medida.
La voluntad de uno mismo.
El pánico de hades.
Aquel que no tiene destino.
La causa abandona el efecto.
El efecto pierde su causa.
Nace.
Nada cambia el destino, porque el destino no existe.
Nada es nuevo al nacer, nacer es la revelación de lo que siempre es.
La voluntad de uno.
La voz interior.
Que a veces despierta del letargo eterno.
La verdad que llevamos dentro.
El cielo, el cielo se ha rendido

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