La Indiferencia

Creer o no creer en Dios tiene ninguna importancia.
Es una opción irrelevante.
Cae meramente en un capricho.
Lo relevante es, si Dios existe o no existe.
Lo dramático, de existir, el cómo es.

El Amor es Dios.
Dios es Amor.
¿Qué fundamenta esto?
¿Por qué deben tener fundamento?
Al igual que Dios
¿Qué es el Amor?
Un bien sublime del universo.
Un instinto más de sobrevivencia.
Simples emociones químicas.

La pregunta se vuelve hacia la moral o más bajo, hacia la justicia.
¿Que fundamenta una moral?
¿Qué diferencia lo justo de lo injusto?
El amor, Dios o la razón.

La comunidad nos impune la moral o el sentido de justicia.
¿Dónde queda nuestra propia libertad?
O cada uno de nosotros crea su propia moral y su propio sentido de justicia.
Porque, a esto último le estamos dando duro.

Y ¿Qué es la moral o la justicia?
Aquello que nos conviene.
Aquello que es bueno para nosotros.
Aquello que nos es útil.
Aquello que no nos causa dolor.
Aquello que nos permite seguir viviendo.
Todo esto sería posible, siempre y cuando,
el sufrimiento no fuese real, excepto el nuestro.

La indiferencia es el reflujo del egoísmo.
Con la indiferencia,
da lo mismo si Dios existe o no.
De este modo, creer o no, ya es una opción irrelevante.
Donde, la moral y la justicia son impuestas o personales.
El sufrimiento real se vuelve virtual.
Se ama más un sofá que a la humanidad.
Una película que nos hace llorar.
Un video subido en YouTube.
Un sofisticado gusto.
Una exquisita cena.
Una naturaleza Greenpeace.

Si Dios existe o no.
Cuan sublime es el Amor.