Desesperanza

Jesús vino por los pecadores.
Por qué dicen que nunca existió.
En este mundo.
A este mundo.
Por este mundo.
Y no tiene sentido.
No más sentido que darse cuenta.
Que si no fluye se estanca.
Aprender antónimos.
Que si no vuela camina o se arrastra.
De qué sirve si a veces no sirve para nada.
Porque así expresamos por decir algo.
Algo con que decimos cosas, y descansamos sobre el cansancio.

Jesús vino por los pecadores.
La fuente de luz y el manantial del agua pura.
Que se estropea o se le dedica todo el tiempo del mundo.
Para que sea algo, algo que llamamos nuestro.
Le decimos en tal caso efímero, temporal y finalmente fugaz.
En este mundo.
A este mundo.
Por este mundo.
Y debe existir algún sentido.
Que preste algo de razón o que al menos nos conforme.
Quizás la conformidad es producto de la razón.
No es la muerte aquello tan profundo del abismo.
Es la misma vida que la consciencia ahonda hasta el infinito.

Jesús vino por los pecadores.
Talita Cum.
Bienaventuranzas para el poder del amor.
La esperanza que rechazaron los antiguos.
La verdad que se unía con tres partículas:
El padre, el hijo y el espíritu santo.
Aquella poesía de corintios 13, la más bella.
La fe, la esperanza y el amor.
En este mundo.
A este mundo.
Por este mundo.
Y no tiene sentido.
Como si el gen primario se vuelve activar.
El dominio, la posesión, la imposición y el sometimiento.
La necesidad y simplemente la angustia de no ser devorado.
Animal que por su naturaleza no necesita amor ni razones.

¿Por qué dices que Jesús nunca existió?
Porque simplemente dos mil años no son nada.