Cansado

Cansado de escuchar que hay que vivir la vida.
¿Quién no lo hace?
La vida que sea.
La vida que se han hecho.
La vida que les hicieron.
La vida con la que nacieron.
La vida con la que viven.

Cansado de que se debe vivir el momento.
Cada momento es un momento.
Si bueno, si malo, si vació, si lleno.
El momento no excluye ni desgracias ni éxitos.
Que por existir todos lo saben, hasta el que no lo sabe, lo sabe.

Cansado de preguntar lo que nadie conoce.
Como caballos que no pueden tomar su alimento.
No pueden tomar siquiera una espiga, ni un pasto, ni un fruto.
Obligados a correr sin manos, sin poder tomar nada, arrancar y dar patadas.
Eso que sabemos y no podemos comprender.
¿No decimos siempre que estamos atados de manos?

Cansado de los derechos y las obligaciones.
Cuando la verdad de las cosas, todo es para nuestra conveniencia.
Como si el instinto hubiese evolucionado en la retórica.
Y la opinión el gran mecanismo de defensa.
¿Qué el Universo es eterno e infinito?
Si no hemos visto más allá que estas casas, estos barrios y esta historia.
¿De que sirve que no tenga límites el Universo?
La velocidad de la luz solo sirve para encender y apagar lámparas.

¿Dónde está la curiosidad de niño?
El buen corazón de Enrique y la valentía de Lombardo.
La cálida luz de la pieza de las niñas cuando comenzaban a dormir.
El rezo anónimo por todo el mundo, hasta por los malos.
¿Qué es está realidad brusca, fría y tan racional?

A veces, pareciera,
que la mentira de la Navidad
es más necesaria,
que la verdad de la naturaleza humana.

Cansado.