Casi un año luego.

Lo que siente mi árido pecho
seco, lúgubre, afligido
cuando tan solo escucha tu tan simple y despreocupada voz.

Es como un brusco e insufrible torbellino de emociones.

Me llenas sin saberlo,
te quiero en secreto.

Si tan solo supiera si lo que siento es verdadero o si quiera correcto.

Pero en medio de todo esto, este aturdimiento; te quiero,
lo sé, lo siento.

Te pienso. No creas, es cierto.
Me gusta contemplar la idea de ti en mi mente,
en sí ella tan ilusoria, tan lejana, tan abstracta, tan ajena, tan incierta.

Te siento en mí. No como parte de mí, pero en mí.

Me entiendes. No lo sabes.
Crudamente, me atemoriza la idea de que con nadie
en la tierra, el cielo o el infierno,
NADIE...me podré entender como contigo,
y aún peor, que nunca
pueda amar a alguien como a ti.

Tal vez no eres tú, si no el efecto que en mí tienes.
Tal vez no sea que me entiendas, sino que creo lo haces,
alucino ser entendida por alguien y es a ti quien he elegido
y a quien jamás renunciaré por la simple razón de que no dos
personas pueden entenderme.

Ciertamente he llegado a entender que no es como tú me quieres,
si no como yo te he llegado a querer, y no es como no pueda amar
a alguien más, si no que no deseo hacerlo.

Tal vez es confusión, pero por ahora creo, te quiero.
No sé lo qué siento,
no sé si es verdadero,
ni sé si es en realidad lo que siento
o si lo siento.
Pero algo es cierto,
que cuando te pienso, no es cualquier pensamiento.
Es es especial,
ese extraño
y ese ajeno.

Tal vez no quisiera sentirlo o pensarte,
o tal vez "quererte"; pero así es,
así lo siento.

Y por algo debe pasar esto...

al igual que la desconocida costumbre de escribirte desde los aviones.