Odiseo

Odiseo y las sirenas

Cómo corcho embriagante
Al suspirar añil de la espuma fragante
Sobre el piso de madera y cera lacada
Se muestran los remos de Odiseo, el camerata.
Navega espléndidamente
A mar abierto
Con el humo negro de la ruta circunda
Más tiene por delante, el destino, ha de sufrir el camino del exiliado.
Itaca, se materializa ante sus ojos
Pero el gran Dios, Plutonio, no ha de dejarlo desembarcar sin probarlo.
El viento del oeste, llega a cautivarlo, se mueve con fuerza mayeutica su espolón y su índice, pero debatiéndose con las cimarras del palo altísimo, la lucha por la razón, es sin duda, la más innata.
El céfiro de las lechuzas sobresale
En el monticulo lunar, se eclipsa la gaviota de las féminas
Ya sin ropa, ni cliptamides
Se sumergen y se abalanzan para domar al rey del océano.
Sus cantos, son Operas ligeras
Claman la sangre y los huesos
Sin velos, ni certeza de volver sin alimento
Las sirenas embriagan a los navegantes con sus versos.
Y Odiseo, pide entre rezos helénicos, no caer como muerto a la belleza del mar, ni a sus mujeres, ya que en mejor puerto lo espera, Penelope, citando su mortaja inmortal.